misión

Mi madre fue una artista que me introdujo en el arte de observar y transmitir nuestras emociones y valores a través de la representación, una vez que fui lo suficientemente grande como para sentarme en un banquito plegable. Recuerdo estar sentado junto a ella en el jardín de Parque Leloir, Buenos Aires, frente a un atril, observando la naturaleza y el mundo que nos rodeaba. Más allá de ello, el resto para mí ha sido entrenamiento técnico, y desarrollar aún más la habilidad para observar el mundo que nos rodea.

 

Mi madre nació en Tucumán, hija de una madre enferma y de un padre ausente, pero creció con el amor de su “tía Rubia”, hermana de su madre, y “abuelito José”, su abuelo, quien había sido un hijo ilegitimo que se convierte en un self-made man. Temprano en su vida, aprendió a vivir con esas pérdidas y a valerse por sí misma. Estudio arte en el Instituto Superior de Artes, Universidad de Tucumán, bajo la instrucción de Lino Spilimbergo y Lajos Szalay, y luego prosiguió sus estudios en Buenos Aires. Vio en su vida un camino para brindar alegría y esperanza a otros a través del arte. Enseñó arte en escuelas de las villas del Gran Buenos Aires a niños en extrema situación de necesidad, sin embargo los inspiró a aprender en la esperanza de un futuro mejor.

 

A través de sus ojos, vemos que el arte no sólo es una reflexión de la vida sino también un vehículo por el cual conectarse a otros con un propósito activo. Es una forma de unirnos a todos en nuestro viaje por la vida. Por todo ello, los invito a apoyar la Fundación Cavaleri www.cavalerifoundation.com que brinda oportunidades a personas con necesidades para desarrollar sus propósitos y habilidades, continuando así el legado de mi madre a través de donaciones, préstamos y adquisiciones.